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Temor vs. Conocimiento

Esta semana me encontré con mi amigo Henry quien ha sido un amigo muy motivador e inspirante para mí desde que nos conocimos en la guardería. El pertenece a ese grupo especial de personas ejemplares en mi vida al igual que mis abuelos, mis padres, ciertos asociados de negocios y algunos extraños que conocí durante mis numerosas aventuras.

 

Quizá pudiera llenar una biblioteca entera de las millones de lecciones que he aprendido de todas esas personas que han influido en mi vida pero esta vez escribiré acerca de nuestra reciente conversación acerca de El Temor versus El Conocimiento.

 

Cada vez que visito la península de Yucatán México, siempre llego con un poco de cautela ya que hay demasiados peligros en las selvas a las cuales temo. Mas que todo me refiero al sinfín de animales, insectos y plantas venenosas que a pesar de mi extenso conocimiento de toda esa área aun no he llegado al nivel de considerarme un experto.

 

Así que para evitarme problemas siempre trato la manera de conseguir un experto a mi lado para que me acompañe y me muestre mucho más que no conozco. De hecho esta semana fue cuando encontré una especie de rana que era casi fosforescente y que me senté a apreciarla muy de cerca.

 

Claro que no iba solo y mi guía me aseguró que a pesar de sus colores tan reflejantes esta no era una especie venenosa. Si hubiese viajado solo no estoy seguro si me hubiese acercado tanto. Bueno quizá también hubiese encontrado la especie en un millar que si es venenosa y tal vez hubiese pasado unas cuantas horas en una clínica remediando mi atrevimiento.

 

Esto no se lo recomiendo a nadie de hacer.

 

Hoy en día he aprendido a ser mucho mas precavido y es porque cuando estaba chico aprendí a no ser tan atrevido todo el tiempo. Así que tomo mi tiempo en escuchar a las personas con mas conocimiento que yo para evitarme problemas. Creedme es mucho más seguro, mucho más fácil y menos doloroso.

 

Esto si os lo recomiendo de hacer.

 

Henry y yo hemos crecido juntos así que nos hemos visto tomar rutas de mucho riesgo y peligro durante nuestro recorrido por el mundo. De hecho hemos coincidido con varias actividades que nos han ayudado a superar nuestras batallas con nuestros temores personales.

 

Aunque no lo creéis mi mayor batalla fue el batir mi miedo al mar. Así es... El Mar. Yo le temía tanto a esa masa incomprensible de agua azul que lo tomé como un reto desde niño solo poder conocerle y comprenderle.

 

Me recuerdo estar de pie frente al mar con las manos sudadas y todo mi cuerpo temblando de miedo que hasta sentía el latido de mi corazón en la yema de todos mis dedos.

 

Mi primer paso fue que aprendí a nadar y al alcanzar los 9 años de edad yo ya podía cruzar la milla entre las boyas de nuestros muelles. Muchas veces no divertíamos haciendo competencias del muelle alrededor de las boyas y aunque nunca llegué primero a la meta, yo ya me sentía vencedor solamente de sentirme tan bien de poder realizarlo.

 

Me empecé a sentir muy augusto con el mar que lo siguiente fue matricularme para las clases de buceo y al alcanzar los 18 años ya me había certificado de instructor. Claro, esto tomo muchos años y muchas horas en el agua como en las clases.

 

Nunca me olvidaré de mi primera vez bajo el mar ya que lo único que podía escuchar era el latir de mi corazón. En un descenso de 30 pies fui el primero de salir a la superficie ya que me acabe el aire demasiado rápido.

 

Como os podéis imaginar yo respiraba tan rápido que casi me hiperventilo. Hoy en día ya ni catalogo mis descensos ya que dejé de contarlos cuando alcancé los 1,000.

 

Con mis amigos también decidimos tomar las lecciones de vela que ofrecía nuestro centro de recreaciones acuáticas. Nos costó ahorrar el dinero para poder pagar por estos cursos pero juntos hicimos varios trabajos en nuestra comunidad para poder registrarnos.

 

Cuando alcanzamos la escuela secundaria, el navegar con vela, los varios deportes sobre el agua y el trabajar de salvavidas se había convertido en nuestro estilo de vida.

 

Nadie se hubiera podida imaginar que aquel chico aterrorizado frente al mar llegase a ver el Mar de una manera tan distinta hoy en día.

 

A pesar que he adquirido muchos conocimientos y también sé cómo evitar muchos peligros en el mar, debo admitir que jamás perdí el miedo. De hecho, Todo lo que sé y lo que he aprendido me sirve hoy en día solo para mantenerme en los parámetros de mi conocimiento y de esta forma evitar peligros innecesarios que puedan estropear mis divertidas aventuras.

 

Está muy claro que cuando actúo de acuerdo a las reglas que he aprendido me siento mucho más seguro de mi mismo y así mismo es como me pongo cara a cara con mis retos personales.

 

Esto quizá me da el aliento que necesito para aventurarme más a menudo y como podéis apreciar esto me ha llevado años de experiencia.

 

Henry y yo conversamos acerca de la transición que hemos realizado cada vez que nos retamos con el miedo, ya que a la vez nos ha dado a entender otros aspectos de nuestras vidas.

 

Somos capaces de reconocer que este proceso no solo se aplica a nuestras aventuras, si no que también es aplicable con cada aspecto de la vida en general.

 

Todos tememos el ser padres, el tener relaciones serias, el manejar negocios, el emprender una carrera y a veces hasta realizar ciertos sueños personales. De esta manera tiene sentido que podemos aplicar con toda certeza que adquirir conocimientos en las aéreas a las cuales tememos simplemente nos puede facilitar la vida.

 

Quizá nos sentiríamos menos inadecuados al encontrarnos de frente con esas situaciones que sin lugar a duda alcanzaremos un día.

 

Tener conocimientos sobre las cosas que tememos nunca eliminará nuestros temores. Solamente adquiriremos herramientas para manejar nuestras vidas con más certeza. Es muy normal sentir temor, pero no tiene que ser siempre una experiencia dolorosa.

 

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